Levántate y marcha

26.03.2013 20:29

 

    Erick Barrondo es el primer medallista olímpico de la historia de Guatemala. Lo consiguió el pasado 4 de agosto, cuando se colgó la plata en los 20 kilómetros marcha de los Juegos de Londres. Días antes había regalado un televisor a sus padres -el primero que entraba en el hogar familiar- para que pudieran seguir su actuación. Una prueba de su origen humilde, pero también de su inquebrantable fe en sí mismo.

    La historia de Barrondo es la de un chico que nació en uno de los rincones más humildes del planeta y alcanzó la gloria calzando unos viejos zapatos de su madre. Pero también la demostración de que en el deporte, como en la vida, quien tiene un amigo tiene un tesoro.

    El tesoro de Erick se llama Rigoberto Medina, 'el profe', seleccionador guatemalteco de marcha y el hombre que le descubrió en 2010, cuando aún no sabía si quería ser fondista, marchador o contable. Entonces, el joven atleta vivía en Chiyuc, una remota aldea del departamento de Alta Verapaz, y hacía 10 horas de autobús cada fin de semana para entrenarse en la capital. Una tarde de mayo, cuando se disponía a regresar a casa, Medina se dirigió a él. "Conmigo se trabaja duro y se entrena todos los días. Si quieres seguir, te espero el lunes por la mañana en la pista. Si no, no vuelvas más", le dijo.

    Aquel órdago, quizá un farol de un entrenador curtido en mil batallas que sabía que tenía un diamante entre las manos, marcó el comienzo de una amistad inquebrantable, que a punto estuvo de provocar la prematura retirada del marchador. Al poco de regresar de Londres, y tras ser recibido como un héroe nacional, Barrondo amenazó con abandonar el atletismo si el Comité Olímpico de Guatemala no renovaba al técnico. "Quiero seguir haciendo cosas trascendentales para Guatemala y sé que con la única persona que puedo conseguirlo es con él. No ocurrirá con otro. Él ha hecho un trabajo que muchos desconocen. Un hombre no puede ser atleta de la noche a la mañana. Primero tiene que ser persona, y él me hizo a mí persona y luego atleta de verdad", confesaba Barrondo a MARCA hace unos días en Guadalajara, donde el equipo guatemalteco permaneció una semana concentrado.

    "No sé si su intención fue presionar a las autoridades, pero creo que me presionó más a mí. Le tengo un cariño muy grande. Le conocí siendo un chamaquito, cuando no tenía ni para comprarse una bolsita de agua de un 1 quetzal (10 céntimos de euro)", cuenta Medina. Tras regresar de Londres, el Gobierno guatemalteco regaló una casa a la familia Barrondo en su aldea y cedió al atleta un apartamento de lujo en la capital, pero hasta que se proclamó campeón panamericano, en 2011, Erick vivía con una beca de 500 quetzales (menos de 50 euros) al mes. Con ese dinero debía financiarse el alojamiento, la comida y el material deportivo.

"'El profe' siempre tuvo un plato de comida para mí, aunque muchas veces era el suyo"

 

    Medina acogió al joven en su apartamento. El atleta pasó casi un año durmiendo en una colchoneta sobre el suelo del domicilio de su entrenador. "Aunque él estuvo varios meses sin cobrar un centavo por problemas burocráticos, siempre tuvo un plato de comida para mí. Ese plato muchas veces era el de él, que me lo daba a mí. Donde quiera que esté siempre será un padre para mí", confiesa emocionado el marchador, que cuando se proclamó campeón continental sólo tenía dos pares de zapatillas.

"Seré el hombre más feliz si por mí alguien deja el arma y agarra unos zapatos para hacer deporte"

    El sentimiento paterno-filial es recíproco. Por eso, aquel 4 de agosto, instantes antes de que Barrondo tomara la salida, Medina recordó una frase que solía decirle su padre antes de competir. "Este es nuestro día", le susurró. Erick le abrazó y le pidió un favor: que se colocara en un lugar donde pudiese tener contacto visual con él durante la carrera. "No estoy tranquilo si no le siento cerca. En el circuito la gente sólo ve a los atletas, pero conmigo marchaba un entrenador que nunca me ha dejado ni me va a dejar", recuerda. Esta reflexión ayuda a comprender la dedicatoria de Barrondo al poco de bajarse del podio en Londres. "Este es un regalo que Dios y ‘el profe’ han querido hacer a Guatemala. Al final, nosotros sólo recibimos instrucciones y salimos a hacer lo que él indica", dijo antes las cámaras de CNN.

    En ese momento 'el profe' ya barajaba varias ofertas importantes para abandonar Guatemala. Tras semanas de negociaciones accedió a quedarse. Los recursos del equipo, su gran caballo de batalla, han mejorado mucho en los últimos dos años, pero siguen estando muy por debajo de lo que corresponde al rendimiento de los atletas. En la gira europea que realizan estos días viajan con un fisioterapeuta y un hidratador para 10 atletas. El resto de funciones las ejerce Medina: médico, sicólogo, nutricionista, jefe de prensa, mánager, responsable de material... De ahí situaciones como la vivida hace una semana en Suiza, donde el equipo viajó para participar en el Trofeo de Lugano. Cuando aterrizaron no sabían ni en qué hotel iban a hospedarse ni en qué pista iban a entrenarse. Aún así, Mirna Ortiz agarró la plata en los 20 kilómetros femeninos.

    Si la auténtica amistad consiste en dar y recibir, esta ha dado muestras de serlo. El año pasado, el joven atleta tuvo oportunidad de devolver a su padre deportivo los cuidados recibidos durante tanto tiempo, y no la desaprovechó. Medina atravesó problemas de salud "delicados" y, en ausencia de su familia –que reside en El Salvador-, fue su pupilo quien le acompañó al médico. Quizá por eso 'el profe' optó finalmente por quedarse en Guatemala. Por eso y porque cree que Barrondo aún no ha alcanzado su cima. Está convencido de que este verano puede ganar el Mundial de Moscú e incluso batir el récord del mundo. Dice que ya lo ha soñado, como soñó en su día lo que meses después ocurrió en Londres. "Si él lo dice hay que creerlo. He aprendido a creer en él trabajo que él hace y en mis condiciones. Estamos entrenando para hacer cosas grandes. Vivimos en un país en que la violencia azota cada día donde la gente, el pueblo, está necesitado y a la espera de las noticias que la marcha le vaya a llevar".

    Nada más pisar Guatemala con la medalla olímpica al cuello, Erick pronunció una frase que se ha hecho célebre en su país: "Me sentiré el hombre más feliz del mundo si gracias a esto alguien deja el cuchillo o el arma y agarra unos zapatos para hacer deporte". El pasado sábado escribió un nuevo capítulo de su particular mensaje de paz al batir en Dudince el récord panamericano de los 50 kilómetros. Una gesta que su país volvió a celebrar unido.


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