El lastre de un tic
Todo empezó hace años, cuando para ajustarse la zapatilla en carrera realizaba con el pie un gesto hacia el tartán que repetía cada cierto número de zancadas. Aquel movimiento voluntario, y al principio inocuo, de ÁlvaroRodríguez ha llegado a convertirse en un problema para el vallisoletano, un tic que no puede dominar y que le ha costado pobres actuaciones en los últimos Europeos, el de Helsinki al aire libre del pasado año y el reciente de Goteborg en pista cubierta.
Precisamente en este último, Álvaro no logró clasificarse para la final de 1.500 metros.«Llegaba en un gran momento de forma, pero me volvió a pasar lo del tic en carrera y no pude rendir como debía», explica. Sobre el tartán del Scandinavium Arena reaparecieron los viejos fantasmas porque el pupilo de Elías Reguero ya se había puesto el pasado año en manos de especialistas para intentar erradicar un gesto que le frena en carrera. Ese golpe del pie contra el tartán le corta la zancada, la pierna se arrastra ligeramente sobre la pista y eso rompe su progresión.
Tras acabar quinto en las eliminatorias de Helsinki, y antes de los Juegos Olímpicos de Londres, Álvaro se puso en contacto con el preparador físico Paul Dorochenko, afincado en Valencia y que ha trabajado con numerosos deportistas, entre ellos Roger Federer —en sus inicios— oSergi Bruguera. «No sabía con quién debía solucionar este problema y me recomendaron que hablara con Paul, que realiza tratamientos para corregir gestos técnicos en cualquier disciplina deportiva. Y me fue bien», asegura el atleta.
Paul le grabó en carrera y analizó este movimiento descontrolado.Después, con diversas técnicas de visualización, Álvaro pudo mecanizar el gesto correcto de la zancada para recuperar la progresión normal. «Había empezado a controlarlo yo solo en las sesiones de entrenamiento, y el trabajo con Paul fue un refuerzo positivo. No se volvió a repetir», analiza.
Reapareció antes de Goteborg
Pero el pasado noviembre, cuando apenas había comenzado la temporada, el problema reapareció en un entrenamiento. «Por eso no lo asocio a momentos clave de la temporada. En noviembre no tenía ninguna competición importante. De hecho, logré controlarlo... hasta dos semanas antes de los Europeos de Goteborg».
En plena preparación del continental de pista cubierta, Álvaro empezó a sufrir el espasmo en los entrenamientos. Bajó de intensidad —normalmente la frecuencia del tic se incrementa con sesiones más duras, series largas y siempre en pista— y pensó que no le pasaría factura. Pero estaba equivocado. En Goteborg, en las eliminatorias de 1.500, le ocurrió en varias ocasiones, sobre todo en el último tramo de carrera. De su gesto contra el tartán se aprovechan sus rivales, que le sacan ventaja cuando el tic frena al vallisoletano. El polaco Lewandowski ganó su serie y Álvaro acabó séptimo, lejos de las dos primeras plazas —o tres mejores tiempos— que daban acceso a la final. «Sientes mucha impotencia porque llegas preparado a una competición y algo externo a la misma te impide rendir», asegura. «No conozco precedentes de un atleta al que le pase algo igual y eso a veces te frustra».
Por eso, Álvaro priorizará su recuperación y se centrará en solucionar el problema. Tiene previsto ponerse en manos de un psicólogo deportivo que le permita analizar el porqué de un tic que le perjudica el trabajo en carrera. «En la Federación conocen mi problema, tanto los técnicos como los servicios médicos. Vamos a buscar soluciones. Todo pasará por tratarlo desde el punto de vista psicológico y complementar eso con técnica de carrera enfocada a esa pierna, para hacerla trabajar de forma más circular».