Dinamita para Francia

29.03.2013 14:44

 

    Las cuatro ventanillas bajadas, rap a todo trapo. Un brazo de hierro reta al viento a un pulso definitivo. Es el orgullo de la 'banlieue', los suburbios de París, esa escuela de la calle que infunde respeto a sus visitantes y curte a sus inquilinos. Teddy Tamgho es uno de los grandes productos de su factoría. Un alma salvaje como tantas, un atleta especial como ninguno.

    El plusmarquista mundial de triple salto bajo techo regresa a las pistas y a los periódicos. Esta vez son noticias deportivas. El próximo sábado, el galo competirá en Bron -cerca de Lyon- tras dos años en los que el diablo amordazó al ángel con el que nació un niño de padres cameruneses predestinado a emular al gran Jonathan Edwards.

    Su fractura en el tobillo derecho, en el verano de 2011, sacó el lado más díscolo de un genio en todas sus acepciones. Su carácter indomable no se aplacó esas Navidades y protagonizó su segundo asalto conocido en las pistas de entrenamiento francesas. Otra vez una chica, otra vez atleta. La joven denunció que Tamgho había apretado su cuello, para luego cogerla por los pelos y tirarla al suelo. El resultado, seis meses de sanción. En 2008, un incidente similar supuso su expulsión del centro de alto rendimiento de París.

    Un rap para la prensa
    Tamgho acató la sanción, pero llenó su libreta de cuentas pendientes. La prensa fue objeto de su ira. Para ello, el parisino interpretó un rap -que posteriormente colgó en Youtube- lleno de recados para los periodistas en particular y para sus detractores en general. "Los que me han enterrado me verán en Londres volar como un vampiro", avisaba en la canción. Finalmente y tras unos problemas físicos derivados de su lesión, su venganza no se consumó en suelo británico.

    Ubicar a Tamgho a lo largo del año es tan complicado como entender su carácter. Brutal es también su palmarés, pese a tener 23 años y haber sufrido contratiempos que le han apartado de las últimas grandes competiciones internacionales. Tras unos meses de paz, contemplando el mar de medio mundo, desde Alicante a Sudáfrica, se bajan las ventanillas. El rapero deja paso al atleta. Tal vez sea un buen momento para abandonar el infierno y entrar en el cielo de los 18 metros.


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